miércoles, 19 de enero de 2011

LEYENDA



Érase una vez, en un pueblecito muy muy lejano, vivía una chica llamada Aulalia, era muy guapa, con el pelo largo y negro y los ojos azules como el cielo.


A todo el mundo les sorprendía que no estuviera casada, pero es que ella sólo se preocupaba de sus libros de ciencias, y de sus historias del espacio y de las estrella.


Caminando un día de niebla por el bosque que rodeaba al pueblo se encontró con un hermoso hombre, alto y fuerte, que amablemente le preguntó si podía invitarla a dar un paseo en las barquitas del lago. Aulalia al enamorarse perdidamente de su belleza aceptó.




Antes de montar en la barca debían dejar una moneda al marinero que alquilaba las barcas en el lago. Ellos esperaron la cola de gente y por fin les llegó el turno. Los dos se sorprendieron al ver al marineno sin una oreja y con la cara quemada. justo cuando casi estaban pagando una anciana con un bastón y una caja extraña se coló y les habló de muy malas maneras. Resultó que no había disponibles más barcas, asique se tuvieron que montar con la anciana que también quería ver la puesta de sol desde la otra punta del lago. Ellos fueron muy educados en todo momento pero la anciana sin embargo no hacía más que poner pegas con la forma en que el guapísimo hombre remaba, o sobre el poco espacio que tenía etc.




Al llegar al destio la señaora mayor, saltó de la barca y corrió hacia la otra punta del pueblo, en dirección a las montañas. Los dos jóvenes se dieron cuenta de que la señora mayor se había dejado la caja de madera, ellos, apresurados fueron tras ella, pero había desaparecido. Llegó el atardecer y se olvidaron de la caja. Al caer la noche los jóvenes se dispusieron a volver y a Aulalia le entró la curiosidad por ver qué había dentro , así que, abrió la caja y ¡se encontró con la oreja del marinero! los dos remaron lo más rápido que pudieron, pero cuando llegaron no había marinero, ni barcas , ni gente , todo había desaparecido. Al día siguiente Aulalia oyó en las noticia del pueblo que el marinero sin oreja había muerto con una nota que decía, que todo el que abriera la caja de la oreja moriría, a no ser que pudiera darle la caja a otra persona.


Todavía hoy sigue pasándose de mano en mano la caja de madera.
By: Ana Abad Orallo

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